EMILIO ZOLEZZI




PATRIMONIO DE LA PALABRA


Despéjate el camino.
Acaso su llamado,
el de su enunciación, que esperas,
te conduce a su casa.
Sellada ya tu voz,
serás, por fin,
y el camino por donde va tu sangre
dando color a tus heridas,
será el camino y la sangre y la herida
y el misterio que se negó a tus manos
y el brillo caído, también,
y el temor,
puros,
sin nombre ya.

Ya suyos.

                                                                       Últimas  Fundaciones
                                                                                                 (1980)
                                                                                        Ediciones Botella al Mar

                                                                 

POÉTICA


En este oficio de buscar el fin y traerlo.
Sangre
tu piel, acaso,
se afina el clima, el que necesita la sombra
que deja cada palabra en el aire
cuando las enjugas de tanta impureza
y brillan y son duras
y llaman por primera vez
y recién la noche es noche
y alguien la respira sin asombro
y la canta al morir, en el alba.

Mi memoria sabe que la tarde y el verde
se mueren de distinta manera
y construyen, cada uno a su entender, sobre su
    muerte,
leves gradaciones y un miedo
que guardamos serenos
en el olvido
y los recuperamos con igual serenidad porque caben
     en una frente
sobre la sal arrancada que arde en el resplandor
defendiendo su agua.

Más atrás y antes de las lágrimas
y de un delicadísimo encaje de brillos y nada húmeda,
me miras.
Allí no tengo nombre ni forma.
Allì estoy, verdad bajo tu coraza
y madura el pan para mí, y tu perdón madura
mientras crece una oquedad entre meandros
y una luz nace entre espesuras de sangre.
Cántame por novena vez.
Anochece. Un silbo alerta
y acaudilla silencios espartosos.
Cántame.
Tiembla por mí y por la persistencia de mi enemigo,
a un paso del hábito, apenas.
De la seguridad que no quiero.
Cántame.
El oficio es duro y exige.
Como el viento a los álamos,
o la sombra
a un paso que golpea,
                                      eterno.


                                                                       Del tiempo y su batalla
                                                                                               (1968)
                                                                                                     Editorial Kraft 


Emilio Zolezzi nació en Buenos Aires (1905-1993). Fue abogado, docente, poeta y escritor. Obras: Las memorias (1954) que mereció la Faja de Honor de la S.A.D.E., La tarde en suspenso (1964), Últimas fundaciones (1980), Poema de la ciudad (1990) y Poesía, conflicto y asentimiento: Estudios sobre poesía argentina, publicado por Eudeba (1986). Colaborador en varios diarios y revista. Presidió el Instituto Nacional de Cinematografía. Fue vicepresidente de la Sociedad Argentina de Escritores.                       



ESTACIÓN TERMINAL

I

Es la demolición la que azota el aire matinal. Los golpes son certeras masas que hieren en el centro, en el lugar preciso donde hay un corazón que no resistirá otra embestida. La mole caerá. Corazón que ya no impulsa sangre es solo un montón de escombros. Mientras tanto todo sigue.

II

Quiebre. Alguien precipitó un sonido dentro del vacío. Y desplazó las leyes naturales del silencio. El eje no se reconoció a sí mismo. La piedra quebró con su estallido los contornos del ser y el mundo entero tuvo que emprender un viaje en busca de su centro.

III

En un instante el crash que irrumpe y nos cobra todo lo vivido y nos abisma y nos espanta y no hay más que ramas rotas en lugar de florecidas y el crashcrash de los crujidos bajo nuestros pies errantes y todo es tormenta en uno crashcrash y todo es ira en uno crashcrash y todo es un quebrarse en miles de pedazos imprecisos      desnombrados     desunidos                                   y con el último crash no queda nada.

E.C
Veinte Voces de Buenos Aires
             (Antología poética – 1995)



Comentarios

  1. Hola Elsa: este poema es de una gran fuerza simbólica y a la vez crudamente real. En ambos planos nos toca profundamente. Excelente
    Irene Marks

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  2. Hola Elsa, cómo estàs? un placer volver a leer al admirado Zolezzi. Me trajo gratos recuerdos de tardes-noches analizando con Lucila su honda poética. Gracias.

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    Respuestas
    1. Hola Julio. Qué bueno encontrarte. A todos nos trajo recuerdos. Muchos cariños.

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  3. Elsa querida: éste, tu des-olvido, constituye un valioso homenaje a Emilio Zolezzi, Maestro de Maestros. A través de ciertas experiencias poéticas, también nosotros hemos heredado algunas de sus enseñanzas. Gracias por retrotraerme en el tiempo y por el esmero con que elaboraste este post. Abrazo.

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    1. A mì también me retrotrae al primer número de Tamaño Oficio.

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